El Consejo de Monumentos Nacionales y el Instituto de la Construcción suscribieron un convenio de cooperación destinado a concretar el establecimiento de una norma chilena para las construcciones patrimoniales, particularmente aquellas hechas a partir de tierra cruda. Se avanza así en un trabajo comenzado a mediados de 2009, cuya necesidad se agudizó tras el terremoto de febrero.
De acuerdo a los antecedentes aportados por el Secretario Ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales, Óscar Acuña, alrededor de un tercio de las construcciones en Chile son de tierra cruda y entre los inmuebles cuyo valor patrimonial está reconocido por ley, la proporción se eleva al cuarenta por ciento (contabilizando cada monumento histórico o zona típica como una unidad).
“El país necesita una norma que regule las intervenciones de estos monumentos, esta será fundamental en la recuperación del patrimonio dañado. Por ello estamos en este trabajo con el Instituto de la Construcción, cuyo aporte agradecemos fuertemente y es un reflejo del necesario trabajo conjunto entre el sector público y privado”, señaló Acuña.
Lo Avanzado
El acuerdo refrendado compromete al Instituto de la Construcción a la elaboración y presentación ante el Instituto Nacional de Normalización (INN) y la Consejo de Monumentos Nacionales a financiar el inicio de este proceso ante el INN.
El trabajo comenzó en junio de 2009 con la formación del Comité de Construcción Patrimonial que integran los ministerios de Vivienda y Obras Públicas, las universidades Católica, de Chile y Central y los colegios de Arquitectos y de Ingenieros, la Asociación de Ingenieros Civiles Estructurales, el Centro Nacional de Conservación y Restauración, además del Consejo de Monumentos Nacionales y el Instituto de la Construcción. Su presidente, el ingeniero Sergio Contreras, explicó que el alcance de la norma será establecer “los requisitos mínimos que debe cumplir un proyecto estructural para la renovación, recuperación, reforzamiento o restauración de un edificio con valor patrimonial”, cuya estructura esté basada en albañilería de adobe, tapial, quincha o mampostería de piedra asentada en barro.
Según el experto los proyectos regulados por la norma deben orientase a estructuras que resistan con daños menores los movimientos sísmicos de intensidad moderada, con daños limitados a elementos no estructurales los sismo de intensidad media y a evitar el colapso en sismo de intensidad excepcionalmente severa.
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